Dr. Edward Bach |
馃尮 ¿Qui茅n fue el Dr. EDWARD BACH?
El Dr. Edward Bach fue m茅dico, pat贸logo, bacteri贸logo y home贸pata. Naci贸 en Moseley (Birmingham) en 1886, su familia procede de Gales.
Hombre de una condici贸n de salud muy fr谩gil que le permiti贸 sortear el frente de batalla en la Primera Guerra Mundial. Pero pese a no haber combatido en el frente, fueron numerosos sus aportes en el conflicto ayudando, por ejemplo, a curar a los heridos. Su incesante esfuerzo de entonces le vali贸 una hemorragia generalizada por la que tuvo que ser operado, saliendo de esa operaci贸n con un pron贸stico poco alentador, le quedaban tres meses de vida.
Decidi贸 entonces a dejar una contribuci贸n a la medicina antes de partir. Pero con el paso del tiempo se fue sintiendo cada vez mejor y concluy贸 que se deb铆a a que lo que estaba haciendo lo satisfac铆a plenamente y lo hac铆a feliz.
El Dr. Bach confirm贸 en carne propia el hecho de que el estado mental tiene una incidencia directa en el estado de salud general.
EL DR. BACH Y LA HOMEOPAT脥A
Al descubrir el trabajo de Hahnemann en homeopat铆a, supo que estaba frente al descubrimiento de su vida.
Estudi贸 a Hahnemann quiz谩s m谩s que el propio Hahnemann.
Dr. Bach y la homeopat铆a |
Sus trabajos con las vacunas iban encaminados pero se sent铆a decepcionado por la forma en que se esperaba que los m茅dicos trataran a los pacientes, m谩s enfocados en la enfermedad que en todos los aspectos de la persona.
Ya trabajando en el Hospital Homeop谩tico de Londres, adapt贸 sus vacunas a los principios de Hahnemann y produjo una serie de nosodes homeop谩ticos.
SU ENCUENTRO CON LOS REMEDIOS FLORALES
Hasta entonces Bach hab铆a trabajado sobre las bacterias pero buscaba encontrar un remedio que fuera m谩s suave que no est茅 centrado en la patolog铆a del paciente.
Fue en ese momento cuando comienza sus labores de recolecci贸n de flores.
Entusiasmado con el nuevo rumbo, decide dejar la exitosa consulta particular que ten铆a en Harley Street y abandon贸 Londres para dedicarse el resto de su vida a la b煤squeda de un nuevo sistema m茅dico basado en la naturaleza. 脡l y su asistente, la radi贸loga Nora Weeks, partieron de Londres.
No solamente abandon贸 su trabajo y familia, sino que poco a poco fue alej谩ndose de los m茅todos cient铆ficos y de la dependencia de los laboratorios. Esto le vali贸 constantes amenazas del colegio m茅dico de Londres sobre quitarle su licencia, hecho que nunca se concret贸. Bach se dej贸 guiar por su intuici贸n y 茅sta lo llev贸 hacia las plantas correctas.
Miles de intentos, ensayos y errores despu茅s, descubri贸 una que era la que necesitaba. Descubri贸 que cada una se centraba en un estado mental o an铆mico determinado y que al tratar las personalidades de los pacientes, se encontraba alivio al sufrimiento f铆sico y emocional.
Entre 1930 y 1934 guiaba sus tareas por las estaciones del a帽o, pas贸 muchos inviernos en la costa en la ciudad de Cromer. En primavera y verano recolectaba las flores y preparaba los remedios y el resto del a帽o atend铆a consultas.
Mount Vernon |
EL CENTRO BACH
En el a帽o 1934 se muda con su asistente a una casona situada en el pueblo Brightwell-cum-Sotwell de Oxfordshire (se llamaba Mount Vernon). Fue all铆, en los campos que encontr贸 los remedios que le faltaban para concluir su trabajo.
El sincronismo que hab铆a alcanzado entre su cuerpo y su mente, le permitieron experimentar 茅l mismo cada remedio, buscando a cada dolencia que se le presentaba las plantas y flores necesarias hasta encontrar la apropiada. Debi贸 pasar mucho sufrimiento personal hasta completar su trabajo.
Tal fue la sincron铆a que justo un a帽o despu茅s de anunciar la culminaci贸n de su trabajo, falleci贸 en absoluta paz. Era 27 de Noviembre de 1936, ten铆a apenas 50 a帽os, logr贸 superar aquellos 3 meses de vida que le dieron y los convirti贸 en 20 a帽os, y dej贸 un legado que la Humanidad toda alg煤n d铆a reconocer谩 en forma un谩nime.
Antes de morir dej贸 su trabajo en manos de su asistente y su amigo Victor Bullen e instrucciones de continuar manteniendose fieles a la sencillez esencial de su obra. Textualmente le escribi贸 a su amigo lo siguiente, en una carta de finales de Octubre de 1936:
«La gente como nosotros que ha saboreado la gloria del sacrificio, la gloria de ayudar a nuestros hermanos, una vez que se nos ha dado una joya de tal magnitud, nada puede apartarnos de nuestro camino de amor y de deber para mostrar al mundo su brillo puro y sin adornos.»